El Caballo Español

Se tiene conocimiento de que nuestro caballo existe en la Península Ibérica desde hace unos tres mil años. Ya en el siglo IV a.C. era elogiado por Aristóteles y, posteriormente, por otros historiadores como Plinio el viejo, Virgilio y Columela. El caballo de Iberia era famoso y reconocido en todo el mundo, y por eso fue exportado para cruzarlo con otras razas fuera de nuestras fronteras.

Durante su reinado, Felipe II planificó la mejora de la cabaña existente en España, no escatimando esfuerzos en el empeño. El gran trabajo realizado consiguió importantes logros en la selección del pura raza español. Sobre éste, el gran maestro de la equitación Francois Robinchon de la Gueriniere decía: “Todos los autores han dado siempre la preferencia al caballo español y le han considerado como el primero de todos los caballos para el picadero, en razón de su agilidad, sus resortes y su cadencia natural. Le han estimado como el más propio para la plaza y para el lucimiento y la parada, por su gallardía, su gracia y su nobleza; y el más a propósito para la guerra en un día de acción, así por su mucho espíritu, como por su gran docilidad”. Y añadía: “Es el caballo español el más digno de ser montado por un rey en los días de triunfo”.

El caballo español fue el más apreciado en Europa durante varios siglos y así es fácil ver retratos de la época en la que reyes y nobles aparecen montando caballos españoles.

Algunas características que definen al caballo de Pura Raza Español son:

  • Temperamento enérgico
  • Carácter noble y dócil
  • De justas reacciones y respuestas
  • Esencialmente rústico, sobrio y resistente
  • Acepta cualquier tipo de doma
  • Reunido constitucionalmente
  • Apreciadas elevaciones y extensiones
  • Aires brillantes y enérgicos
  • Muy apto para aires elevados y de alta escuela